
Todos los días parecen iguales.
Siempre la misma pared: dura, impenetrable, oscura... muchos adjetivos para definir un muro.
Y un día levantas la vista, donde creías que no había nada; una ventana, pequeña, diminuta, aún cerrada. Aparece e ilumina levemente la aburrida pared... que ya ha cambiado.
Entonces algo que creía seco y gris, comienza de nuevo a brotar.
Aún no alcanzo a asomarme pero casi... casi puedo tocarla...
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